BARCELONA - TOULOUSSE
BLABLACAR Y COUCHSURFING COMO FORMA DE VIAJE
No fue nuestra primera experiencia como Blablacar pero sí como conductores de Blablacar y la verdad es que todo fue muy bien, como siempre. Blablacar es la plataforma en la que puedes compartir viaje en coche, tanto como conductor como pasajero, para economizar gastos y compartir experiencias, lo cual a nosotros nos viene muy bien y más sabiendo que entramos en Francia, un país con un poder adquisitivo superior al español y que precisamente en este momento se encuentra en tensión por la gasolina. El gobierno de Macron ha decidido subir el precio del carburante y los ciudadanos, vestidos con chalecos amarillos, se han lanzado a las calles, carreteras y peajes para manifestarse contra esta subida desmesurada del combustible.
Realmente, hasta que no aparqué mi coche y no dejé a Valentine no me había dado cuenta de la situación, quizás porque tan al sur de Francia las movilizaciones eran menores, o quizás porque acababa de comenzar el conflicto. Sin embargo, cuanto más al norte iba, más chalecos amarillos veía.
Nuestra primera BlaBlaCar se llamaba Valentine y nos ofreció todo lo que una experiencia BlaBlaCar te puede ofrecer: buena compañía y buenas conversaciones. Además se mostró muy interesada tanto en nuestra aventura como en nuestra música, por lo que al final del trayecto me pidió que le enviara por WhatsApp la música que habíamos escuchado en el coche, pero sobre todo le gustó el viejo Dr. John, mi pianista favorito (con permiso de Ray Charles) e icono de la música de Nueva Orleans.
Una vez dejado a Valentine nos dirigimos a Toulouse para encontrarnos con Suzy, nuestra primera Couchsurfer. El camino fue sencillo aunque llegamos cansados, con hambre y con ganas de una ducha, cosa que en menos de una hora estaría resuelta. Suzy fue una gran anfitriona, nos esperaba con su perra mestiza y la verdad es que no nos defraudaron lo más mínimo. En la descripción de Suzy en la app de Couchsurfing, nos dejaba claro que la estancia sería más que interesante ya que ella está estudiando antropología y había pasado un año en México, por lo que el idioma no sería un problema y tendríamos mucho de que hablar. Además, antes de llegar, me ofreció realizar una visita al importante observatorio de Toulousse, uno de los más antiguos del mundo.
Nada más llegar, dimos un paseo para que los perros se conocieran y más tarde tras la ducha y la cena fuimos al observatorio. Durante el paseo vimos claramente que Ura y su nueva amiga
se llevaban de maravilla por lo que la tranquilidad y el buen rollo canino estaban asegurados. Por otra parte, mientras paseábamos, Suzy se interesó por el conflicto vasco y catalán, tema que encantado le trate de explicar con la mayor objetividad posible. Más tarde yo le hice las pertinentes preguntas sobre Francia y más concretamente sobre el conflicto actual de los carburantes en Francia. Su versión fue muy parecida a la que mi amigo Ettien (enfermero y estudiante de antropología) me daría los días siguientes, pero muy diferente a la que me daría más tarde otro viejo amigo de Metz. Quizás la diferencia geográfica tenga algo que ver en estos puntos de vista.
Mi primera experiencia en Couchsurfing fue más que satisfactoria ya que pudimos intercambiar impresiones sociales sobre nuestros países, Ura encontró otra amiga con la que pasar un buen día y además, recibí una visita guiada y traducida (obviamente el guía sólo hablaba francés) por el afamado observatorio de Toulousse.
Al día siguiente, con pena de no poder compartir un poco más de tiempo con Suzy y su perra, saldríamos hacia Tours, un largo viaje, repleto de chalecos amarillos y sin aparente fin ya que fueron muchas horas de viaje, muchos desvíos inesperados y las ansias por reencontrarme con mis viejos amigos de Perú, Fanny y Ettien, eran enormes.