CARPE DIEM: LA PROSTITUCIÓN DE VIVIR EL MOMENTO
Todos conocemos el concepto Carpe Diem que exportamos del latín y que podríamos traducir, si se me permite, como “Utiliza el día”. Este recurrente proverbio tomó mayor fuerza en nuestro vocabulario gracias a la gran película El Club de los Poetas Muertos, con la brillante actuación del difunto Robin Williams. Esta historia se convirtió en fuente de inspiración para muchas generaciones y plantó la semilla de la difusión de este antiguo concepto.
Algunos de los mensajes que podemos sacar de esta película van dirigidos hacia la autorrealización poniendo al corazón como timonel de este barco ya que, si entendemos este músculo como el deseo y la voluntad que nos impulsa a ser nosotros mismos, es éste quien nos da claridad y valor para cometer las locuras – entendidas éstas como desvincularse de los patrones marcados por la sociedad – que nos acercan más al respeto por nuestra voluntad, autenticidad y por lo tanto hacia la felicidad.
Sin embargo, la globalización una vez más nos muestra sus dos caras. Por un lado exportando esta idea a todo el mundo y dándonos así la oportunidad a todo ser humano de poder empaparnos del concepto vivir el momento como sus creadores lo habían gestado y por otro lado prostituye el concepto hasta desvirtuarlo de todo significado, convirtiendo así esta idea en una bandera más que ondear o un logo más que lucir en una bonita camiseta de Zara que luciremos un sábado noche cualquiera para terminar olvidada en el armario al año siguiente con aquella mancha de vino tinto que no recordamos cómo llego allí.
QUÉ ENTENDEMOS POR CARPE DIEM
Carpe Diem se ha convertido en un grito de guerra muy recurrente, sobre todo para la juventud, en los últimos tiempos donde el no mirar al mañana y experimentar todo lo posible sin miedo a las consecuencias de nuestros actos ha transformado el sentido inicial de este potente dicho ligado principalmente a las emociones fuertes y positivas que nos brinda la vida.
De hecho, creo que esto es lo que entendemos por Carpe Diem: Atrapar momentos positivos que nos hagan recordar que estamos vivos mediante la comparación de vivencias actuales o futuras con nuestras experiencias pasadas, y en el peor de los casos, con las experiencias ajenas. En definitiva, el fin último de vivir el momento, es sentirte vivo – o valorado por la sociedad- lo cual te produce realización y por consiguiente te acerca a la felicidad.
Podríamos seguir aportando puntos de vista a esta definición pero creo que engloba muy bien – de forma generalista – la visión que se nos está inculcando de este término y me gustaría compartir con vosotros las cuatro trampas que subyace en este punto de vista.
Primera trampa: Genera dependencia y por tanto avaricia. Cuanto más tienes mayor es la necesidad de obtener para seguir acumulando, por tanto, queriendo acumular momentos sólo consigues acumular avaricia y no lo que te propones. Querer conseguir más, dinero por ejemplo, no te hace dependiente del dinero sino del querer conseguirlo y lo mismo pasa con la felicidad, queriendo acumular momentos de felicidad sólo estás alimentando las ganas de tener esos momentos y no te estás dejando disfrutar de los acontecimientos de tu vida.
Segunda trampa: La comparación de las experiencias para sentirnos felices. Compararte con otras personas o contigo mismo en otro momento de tu vida para evaluar tu felicidad no creo que tenga mucho que ver con vivir el momento. En el preciso momento en el que te paras a pensar o a comparar, ya no estás viviendo el momento.
Tercera trampa: Sólo se puede vivir el momento y disfrutar de ello en los momentos positivos. Quizás uno de los mayores errores sea ligar el vivir con lo bueno y de sobra sabemos que la vida se basa en la superación y asimilación de buenos y malos momentos, por tanto, vivir el momento debería ser aplicable tanto para la felicidad como para el sufrimiento. Este erróneo concepto puede deberse al aprendizaje basado en la competitividad en el que hemos crecido, todo lo evaluamos dependiendo del éxito o del fracaso. Como decía antes, cuando vives el momento no hay cabida para evaluaciones ni comparaciones, por tanto, el éxito o el fracaso, lo positivo y lo negativo, son términos que no tienen cabida en el momento presente.
Cuarta trampa: Es algo que viene del exterior. Da la sensación de que este término está al alcance de unos pocos o que sólo puedes conseguirlo en ciertos lugares o momentos, esto es totalmente falso. Vivir el momento depende únicamente de ti y de tu voluntad – vienen de tu interior – igual que la felicidad, por esto si existe dependencia hacia algo no existe libertad y mucho menos felicidad. No importa si usas el término carpe diem para irte a una fiesta a emborracharte o para saltar desde un avión en paracaídas. Vivir el momento no está ligado a momentos puntuales proporcionados por eventos, lugares y horarios puntuales está ligado únicamente a tu voluntad por disfrutarlos. Recuerda que si esperas al fin de semana para vivir el momento te estás perdiendo 5 días de tu vida cada semana.
Quinta trampa: La comercialización de las experiencias. Gracias a las redes sociales y al ritmo de vida que llevamos – no necesitamos sobrevivir cada día, tenemos una vida segura – se nos ha creado la necesidad de hacer cosas para sentirse vivo y para ello necesitamos realizar actividades extremas o no habituales en nuestra rutinaria vida. Por tanto, si no tienes una de estas experiencias y no la muestras en tu tablón de facebook, crees que tu vida no vale tanto y aquí es donde se crea esa necesidad, ligada con la dependencia anteriormente citada.
QUÉ SIGNIFICA CARPE DIEM
Es la mejor medicina para cambiar tu vida, si no quieres continuar con lo que te está oprimiendo, carpe diem, cámbialo ahora. Viviendo el momento somos libres de conceptos, expectaciones o juicios que son quienes nos limitan a la hora de autorrealizarnos, por tanto, si vives el momento puedes ser quien te propongas ser ya que no tendrás ninguna limitación mental que te impida llegar a realizar tus sueños.
Es importante decir, antes de que me saltéis al cuello, que ser libre de conceptos o juicios no quire decir que te conviertas en ciego, si tengo 32 años y en mi vida he jugado a fútbol no voy a poder jugar en el Real Madrid por mucho que lo intente. Lo que trato de decir con librarnos de juicios, expectaciones y conceptos es que vas a poder encontrar con mayor claridad el camino que quieres tomar en la vida y por tanto completar todos los sueños que objetivamente te propongas. Nunca te vas a proponer cosas que no puedes conseguir porque todo lo que deseas para sentirte realizado, solo depende de ti.
El concepto que tenemos ligado a Carpe Diem se asemeja mucho al concepto de subir una montaña. Eres feliz subiendo a la montaña y cuando llegas a la cima la sensación es inexplicable, la felicidad máxima, sin embargo, ahora toca bajar y volver a la realidad, el éxtasis empieza y termina en la cima y esto es Carpe Diem. El problema es que sólo sentimos ese éxtasis en la cima, por lo tanto el término es incompleto. Carpe Diem aplicado al ejemplo de la montaña sería una pendiente continua llena de maravillosas cimas que nunca terminan. Llegaría el punto que no distinguirías entre cima y simple pendiente y todo se convertiría en una maravillosa experiencia sin un punto cumbre a destacar. Sólo cabría destacar el viaje al completo.
Esto puede recordar y mucho al Camino de Santiago. Todo el mundo que haya realizado este viaje sabrá que lo importante – aunque siempre emociona llegar a Santiago y ver la catedral con tus nuevos compañeros de viaje – no es la meta sino el recorrido. No he conocido a nadie que me hable únicamente de su llegada a Santiago, de hecho a la mayoría le faltan palabras para explicar lo que es realizar esta ruta peregrina, porque conceptos como vivir el momento son demasiado grandes para reducirlos a palabras.
No olvides que estás 100% vivo siempre, no sólo al llegar a tus metas.
En este tipo de momentos no existe el éxito o el fracaso porque cuando simplemente andas el camino, porque disfrutas de caminar, no esperas cimas increíbles por tanto no caben aquí estos dos términos que te alejan de ti mismo. Si tienes éxito tu confianza crece y por tanto te olvidas de trabajar en ti y si fracasas pierdes la confianza en ti mismo y por tanto dejas de trabajar en tu desarrollo. Sin embargo, si haces lo que te apasiona el éxito no importa al igual que el fracaso no te atormenta porque simplemente trabajas en ti mismo sin pensar en acumular nada, simplemente lo haces porque te gusta y este es el mejor motor para el desarrollo personal.
Cuando haces lo que te gusta no buscas el éxito porque ya lo tienes realizando tu pasión.
La esperanza, la incertidumbre, la seguridad, el miedo, las espectativas, las ilusiones y ese irrefrenable camino a la felicidad creo que enmarcan un lienzo en blanco donde nada y todo encaja a la vez.
Es cierto el hecho de que la felicidad parece una meta clara en nuestra vida. Me planteo a menudo si los momentos tristes, los que nos duelen y hacen daño; la forma en qué enfrentamos los conflictos son realmente tan malos como los planteamos. Porque no tratar de obtener el mayor beneficio de algo que nos puede hacer más fuertes. Sino valoramos lo bueno de lo malo, jamás apreciaremos todo lo que nos hace felices.
Estamos muy contaminados como bien dices por el que dirán los demás, vivimos más pendientes de demostrar lo que esperamos que los demás vean que de disfrutar lo que tenemos ya.
Últimamente me planteo si realmente soy feliz con lo que soy, con lo que he logrado hasta ahora. Si realmente, mi mentalidad ha cambiado o es precisamente la aparente felicidad de los demás lo que me hace replantearme la mía propia. ¿Mi conclusión por ahora? Dejar de pensar en lo que vendrá y centrarme en mi presente, en disfrutarlo y simplemente dejarme llevar por mi misma y no los demás.
PD: Gracias por compartir, estoy segura que reflexionaré en exceso sobre este tema.
Gracias a ti por tu reflexión y por compartir la respuesta. Me alegra que vayas a reflexionar al respecto. Si sacas alguna conclusión y la compartes será bienvenida. Gracias quien quiera que seas 🙂